Terapia Regresiva

Cambia actitudes y comportamientos 

 

La terapia de Regresión es una herramienta muy válida para cambiar actitudes y comportamientos que nos condicionan y no sabemos porque se producen. A través de unas sencillas técnicas de relajación, abrimos una puerta a nuestra memoria inconsciente, revivimos hechos del pasado identificando las reacciones corporales, emocionales, y mentales que se originaron en un momento determinado del pasado. El gran potencial de la terapia regresiva está en la increíble rapidez con la que conseguimos conectar con el núcleo principal del problema que nos afecta.

 

La Terapia Regresiva consiste en ayudar a la persona a conseguir un estado alterado de consciencia mediante una relajación profunda (siguiendo el método Brian Weiss), gracias al cual se conecta con la parte más profunda del subconsciente y es capaz de acceder a memorias ancestrales y revivir situaciones enterradas en su mente. En la Terapia Regresiva se regresa buceando a la memoria subconsciente hasta revivir el hecho traumático original que está provocando el problema actual, es decir, se va a la raíz del problema causante. Cuando la emoción conecta y se revive la experiencia, el síntoma mejora e incluso desaparece. La terapia de regresión produce unas transformaciones profundas y duraderas, ya que se trabaja en el origen del problema.

 

«Regresa al pasado para comprender el presente»

Beneficios:

 

Con la terapia de regresión partimos del aquí y ahora en busca de los recuerdos bloqueados que nos pueden ayudar a encontrar la respuesta y solución de los problemas presentes. A través de las experiencias que se viven en la sesión regresiva, se regresa al pasado para comprender el presente. Se pueden revivir situaciones de la vida actual o de vidas pasadas con el objetivo de ir al origen de un problema y sanarlo completamente a todos los niveles obteniendo resultados rápidos y efectivos.

 

Con la Terapia Regresiva se tratan problemas físicos, mentales, emocionales… Ansiedad, estrés, depresión, fobias, ataques de pánico, relaciones conflictivas, falta de compromiso, resentimiento, culpa, fracasos reiterados ya sea de tipo afectivo como material; problemas psicosomáticos de causa desconocida: asma, alergias, migrañas, obesidad, bulimia, anorexia, dolores intestinales, ulceras duodenales, impotencia, frigidez, infertilidad, psoriasis, etc.